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martes, 29 de octubre de 2024

Entrada I I

Al salir de la cueva, Odai y el dragón decidieron dormir para seguir adelante. Al despertar, continuarán en su búsqueda de alguna aventura. Después de un largo camino recorrido, se toparon con un jardín repleto de fresas enormes, con un hermoso color rojo pasión. La princesa Odai insinuó que comieran algunas fresas, pero el dragón del miedo se negoció, diciendo que podría ser propiedad privada o que podría traerles algún problema. Sin escucharlo, la princesa corrió directamente al jardín y comenzó a comer algunas fresas, así que el dragón, hambriento, no tuvo más remedio que seguirla.

Estaban comiendo algunas fresas cuando, a lo lejos, se escuchaban los ladridos de un perro y, junto con estos, la voz de un hombre: "¿Qué pasa, Dano? ¿Qué hay ahí?".

Al escuchar eso y ver que los ladridos y la voz del hombre se acercaban cada vez más, el dragón del miedo comenzó a entrar en pánico. Se agacharon como niños pequeños, esperando que así no los encontraran, hasta que unas botas altas y cafés aparecieron junto a ellos. La princesa Odai levantó la cara y se encontró con un joven muy apuesto: ojos azules como el cielo, cabello rubio y piel blanca como la nieve. La princesa Odai quedó anonadada hasta que el príncipe le preguntó qué estaban ahí. El escritor explicó que la princesa había logrado salir de su castillo y que estaba en busca de encontrarle un sentido a la vida. Al escuchar que era una princesa, el príncipe rápidamente la ayudó a levantarse y les ofreció hospedaje en su castillo, que se encontraba a unos cuantos kilómetros de sus cosechas. La princesa, encantada con su belleza, ganó sin pensarlo y se subió al hermoso corcel blanco que acompañaba al príncipe. El caballo comenzó a cabalgar, y solo se veía cómo se alejaban lentamente.

El escritor y el dragón se quedaron allí, sin saber qué hacer, y al ver que estaba anocheciendo, decidieron emprender la búsqueda del castillo de aquel príncipe.

Cuando llegaron, la noche ya había caído, y el escritor y el dragón discutieron sobre quién tocaría el timbre, hasta que a lo lejos vieron al príncipe ya la princesa conversando plácidamente, ambos riendo a carcajadas. Al llegar al castillo, se alojaron, y así pasaron dos semanas. El príncipe y la princesa tuvieron largas pláticas, citas románticas, salidas nocturnas, etc.

Un día, el escritor se levantó y vio cómo, en el jardín, se encontraban la princesa y el príncipe azul. Al ver al escritor y al dragón, la princesa salió corriendo en su dirección con una expresión de felicidad y una sonrisa de oreja a oreja, diciendo con entusiasmo que el príncipe le había pedido casarse con él y que ella había aceptado. La boda sería en dos semanas y la luna de miel en un mes. Ellos la felicitaron y le dijeron que estaban muy felices por ella.

Tras la boda, antes de que se fuera de luna de miel, la princesa le pidió al escritor que regresara en 10 años para ver cómo continuaba su vida. Y eso fue lo que hizo el escritor.




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